¿Por qué esperar a que hablen, si ya pueden comunicarse?
En los primeros años de vida, cada gesto, cada mirada y cada sonido son intentos de comunicación. Para algunos niños, sin embargo, el desarrollo del lenguaje oral no sigue el ritmo esperado, y ahí es donde las familias tienen el súper poder: elegir enseñar comunicación o enseñar a hablar.
Enseñar a comunicar no es renunciar al habla, es abrir caminos. Para muchos menores, el desarrollo del lenguaje oral puede estar limitado por causas neurológicas, físicas o sensoriales, pero eso no significa que no tengan nada que decir. Cuando enseñamos a comunicar —ya sea con gestos, pictogramas, dispositivos o miradas— estamos reconociendo su derecho a expresarse desde el momento presente, sin esperar a que “hablen bien”.
La comunicación es el puente que conecta a la persona con el mundo, y cuanto antes lo construyamos, más oportunidades tendrán de participar, aprender y ser escuchadas.
Cuando les damos herramientas para expresarse, estamos sembrando autoestima, vínculo y participación desde el inicio.
Conclusión
Comunicar no es algo que se aprende más adelante: es una necesidad vital desde el primer día.
Guías y documentos
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